
Si eres escritor, entiendes lo que significa no dormir o levantarte a las 3:30 am con una idea y anotarla en un pedazo de papel o servilleta, entiendes lo que es estar sentado viendo al techo imaginándote la trama o anotando borradores y modificándolos.
En el momento en el que empieza a correr la historia, no te detienes ni a comer y te acompañas de música o dem ruido de la TV.
Escribir es un acto solitario pero gratificante. Cuando ves impresa tu creación, la tocas, la hueles y la abrazas, como a tu nuevo hijo de tinta y papel.
Autora: Elena B. Arreguín Osuna
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